Abatido


Llegué a casa sin ganas de llegar, abatido y abrumado de tanto sentir sin ser correspondido, como pude abrí mi habitación me quite los zapatos, y solo me recosté boca bajo invocando el silencio eterno, tenia deseos inmediatos de hacer una llamada pero era algo absurdo ser recibido solamente por la señorita de la contestadora ya no sentía deseos de luchar por esas voces de superación que siempre me habían coqueteado y me convencían una vez mas así que con los brazos abiertos me di por vencido como un verdadero cobarde cerré los ojos, dos estornudos interrumpieron su llegada, al volverme a concentrar ya había entrado en un profundo sentido de paz ese que tanto deseaba era como tener un boleto disponible a  una puerta libre a los problemas de la vida, yo dejaba que esa paz me acariciara, se complaciera de mi solo quería que la paz me hiciera suyo que entrara por mis oídos y terminara hasta mis pies ella me susurraba "No estas solo" eso confieso me hacia sentir escalofríos pues temía que se tratara de una mala broma así que ligeramente abrí mis ojos y note que todo seguía igual ninguna sombra humana estaba ahí y eso me consolaba porque solamente eramos mi paz y yo. Desde mis entrañas yo la deseaba al igual que ella me deseaba y me seguía repitiendo una y otra vez "No estas solo" Minutos después me sentía en un sentido de clímax profundo fue ahí cuando pude abrir mis ojos por completo me percate que estaban los muebles llenos de polvo, opte por levantarme aunque a decir verdad me costo mucho trabajo cuando por fin pude levantarme vi mis zapatos en muy mala condición se veían viejos y maltratados eso decía mucho de mi persona, por un momento me asuste y pensé que había desperdiciado mi vida por ese sentido de inferioridad y cuando mas inferior me sentía mas inferior era porque yo mismo lo proyectaba, me senté muy triste y quise encontrar una solución a mi sentido de inferioridad pero la cama no estaba sola voltie asustado y vi que era yo el que se encontraba en la cama boca bajo.
Es una lastima que mi cuerpo haya llegado al clímax de la paz interior y no se pudiera levantar porque de haberlo hecho nunca mas los muebles se llenarían de polvo ni  mis zapatos llegarían a ese deterioro...

1 comentarios:

  • Joaquín Lourido | 20 de julio de 2011, 9:05

    Hecho tan real como la vida misma.
    En temas de amor sólo hay que dejarse llevar -siempre y cuando la entrega y la correspondencia se proyectan en el mismo camino-...
    Narras muy bien, sólo trata de darle más intensidad y cadencia para que sea "cuasi perfecto"... ya que opino que cuanto más imperfectos somos más perfectos seremos.

    Unha aperta dende Lugo.

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